El contacto con la piel fina de las rayas que se acercan curiosamente a los turistas es una sensación que no se olvida luego de desembarcar de la lancha que ha venido al Acuario desde la isla de San Andrés. Este es uno de los sitios donde es posible nadar entre estos peces aplanados, unos animales pacíficos que pueden llegar a medir hasta siete metros de envergadura.