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Frailejones, musgos y líquenes, entre otras plantas, adornan el paisaje del páramo de Ocetá, un refugio natural al que se llega tras una caminata que dura de tres a cuatro horas desde Monguí. En el ascenso los viajeros pasan por la llamada ‘ciudad perdida’, un conjunto de formaciones rocosas de 15 m de altura. También pueden ver cascadas, manantiales y animales como venados de cola blanca y cóndores.